domingo, 30 de diciembre de 2012

Una historia para despedir el año


Hace poco, un amigo me pasó  el documental "Landfill Harmonic"  (“Melodías de la Basura”, según el maestro Luis Szarán), dirigido por el estadounidense Graham Townsley y filmado  en Cateura (Paraguay), un  pueblo  asentado sobre un basurero,  en el que se creó una  clase de música  en la escuela local.

Se presentó una dificultad:  la cantidad de jóvenes anotados superaba ampliamente el número de los instrumentos disponibles, entonces, se decidió reciclar la basura, aprovechando cajas, bidones y trozos de madera para construir los instrumentos necesarios para formar una pequeña orquesta integrada por violines, flautas, trompetas y violonchelos, bajo la dirección del maestro Favio Hernán Chávez, como parte del proyecto Sonidos de la Tierra.




Parece ser que bajo el lema “el joven que durante el día interpreta a Mozart por la noche no romperá vidrieras”  Szarán creó, en el año 2002, “Sonidos de la Tierra”, un programa de integración social y comunitaria a través de la música que busca combatir la violencia juvenil, potenciar su autoestima, incentivar su creatividad, el espíritu emprendedor, trabajo en equipo y las actitudes democráticas.

A través de la formación de escuelas de música, orquestas, coros y asociaciones culturales, posibilita el acceso directo a la educación musical a más de 10.000 participantes de escasos recursos, en comunidades del Paraguay y replicaciones directas e indirectas en otras naciones.

Dentro del marco de este proyecto, entonces,  se formó la pequeña orquesta de Cateura, con instrumentos realizados por gente de la zona, con basura reciclada.


Violines hechos con tenedores, saxos con mango de cuchara y botones, tambores de productos químicos transformados en contrabajos.
El documental muestra no sólo cómo se consigue construir los instrumentos a partir de chatarra y basura, sino también cómo muchos niños y jóvenes que viven en un entorno desfavorable consiguen tener una nueva oportunidad gracias a la música. En otras palabras, el poder de la música como elemento de transformación social.

Me pareció una linda historia para despedir el año (en este momento en que se cruzan tantos buenos deseos por acá y por allá) porque  transmite la esperanza en las pequeñas iniciativas, los pequeños gestos que - rescatando la dignidad del otro-  pueden promover  algunos cambios.

Los invito a  que se tomen 10 minutos, y  vean el documental:



Miren  a los chicos mostrar orgullosos los instrumentos.
Escuchen al señor que los hace, diciendo “yo no conozco a Mozart”.
Escuchen cómo suenan.
Y mientras los escuchan, intenten imaginar cómo esos jóvenes, en ese acto,  están pudiendo trascender y transformar al menos algo de la realidad que les tocó.






Y entonces, sí : ¡Feliz Año Nuevo!




4 comentarios:

  1. ya que de asociación libre se trata, estw muchacho también empezó fabricándose los instrumentos

    http://www.youtube.com/watch?v=0M1R1hgk574

    Feliz año..

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  2. Vale, no imaginás lo oportuno que fue leer esto. Te deseo mucha felicidad en este año recién estrenadito. Un beso.

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  3. Hola y gracias Ro!
    Me alegra mucho lo que me decís.
    Por un año lleno de cosas lindas (y ricas!), esas que tan bien te salen.
    Beso!

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Diga lo que se le ocurra.
Total, yo después modero los comentarios.







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