Veo, veo...

A pesar de que mi profesión, en general, implica un gran desarrollo del ESCUCHAR, debo reconocer que soy bastante buena observadora. Miles de veces, en los "tiempos muertos" (viajes, salas de espera, cola del colectivo, etc) me descubro atrapada observando a alguien, algún pequeñísimo detalle o a alguna situación que capta mi atención.

Y a veces, encuentro cosas muy interesantes.

Ahora que resucité el blog, al menos tengo un lugar donde archivarlas.

 Hoy: “La construcción de lo femenino en el bondi”

«Ser mujer  es algo tan extraño, tan mezclado, tan complicado, que ningún predicado llega a expresarlo, y los múltiples predicados que se quisiera emplear se contradirían de tal modo, que solo una mujer podría soportarlos.»

(Kierkegaard)

Viaje largo en colectivo. No puedo leer, ni escribir, ni tejer, por el temita del mareo. (Sólo puedo hacerlo en subtes y trenes, debe ser una cuestión de las frenadas, qué se yo).
Así que escucho música y miro.


 De repente, alguien capta particularmente mi atención. 


(Nota: afortunadamente esta vez,  mi ubicación en el colectivo me permitió registrarla, preservando su identidad. En otros casos no pude, así que solamente se los contaré y se lo tendrán que imaginar)

Ella/él  (¿él/ella?)  - cuerpo atlético,  impecable vestimenta sexy -fitness, con una remera de escote halter (las chicas me entienden, los muchachos vayan al link) pelo peinadísimo a pesar de los 38° grados reinantes- absolutamente enfrascada en la lectura. Subrayando de a ratos algunos párrafos con un minúsculo lapicito que apenas se puede ver en su mano derecha.

El contraste entre ese cuerpo musculoso, atlético y la actitud casi inmóvil de lectora absorta (que quienes somos enfermitos por la lectura reconocemos bien -cabeza sumergida en el libro, ignorancia total de todo aquello que la rodea: frenadas, bocinazos, hasta la discusión por un asiento-  ) me llama poderosamente la atención.

Lee y subraya durante casi una hora, sin levantar la vista.

Cuando cierra el libro para guardarlo, antes de bajar, (y de vaporizar/nos a todos con un perfume que venía en un  frasco de vidrio rojopasión) , obviamente estiro el cuello hasta la contractura  y alcanzo a ver  de refilón el título.

Era “El segundo sexo”, de Simone de Beauvoire.   Mon Dieu.

A ver:  Simone.

de Beauvoire.

No sé si me explico.

Sintetizando groseramente,  y para no aburrirlos con datos biográficos extremadamente extensos,  Simone fue una activista del feminismo, una figura muy importante en la reivindicación de los derechos de la mujer. Filósofa egresada de la Sorbona, pareja de Jean Paul Sartre, con quien fundó (junto a Merleau Ponty, Camus y otros) la revista "Tiempos modernos", que fue un referente político y cultural para el pensamiento francés de mitad del siglo XX.
La frase de Kierkegaard que encabeza esta entrada es citada y comentada en  su libro "El Segundo sexo". En él  -entre otras cosas- elabora una historia sobre la condición social de la mujer, y analiza la situación del género desde la visión de la biología, el psicoanálisis y el marxismo.  El texto, además de llegar a ser  uno de los clásicos del pensamiento contemporáneo,  fue considerado un importante aporte teórico para diferentes grupos feministas. 

 "La Biblia del Feminismo", ironizan algunos detractores.
Pero por el momento no me interesa polemizar en ese punto. 
Me quedé pensando en otra cosa: en los estereotipos, y en mis prejuicios, también. 
En cómo estamos acostumbrados a la caricaturización (o farandulización?) de travestis y transexuales.  A poner el acento y la mirada en esa especie de "mimetización" con aspectos,en general grotescos y exagerados  del género femenino, a los que se supone emblemas externos del ser mujer.

Y me quedé pensando también en todas las diferentes  historias que  habrá detrás del rimmel, la mini exagerada, el escote halter o el perfume símil Poison.

Como en el caso de mi compañera de viaje,  que además de SENTIRSE  mujer  más allá de lo que la biología indica  (tal como expresan algunas  personas desde el  transgénero)  pareciera  que estaba intentando  también PENSARSE como tal.

Que no es poca cosa.

“No se nace mujer: se llega a serlo.  Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y  el castrado al que se califica de femenino.”

 (Simone de Beauvoire, "El segundo sexo", parte cuarta, cap 1)

Acá pueden ver el  documental de  Virginie Linhart producido por Zadig Productions en colaboración con Sofiber y la participación de France 5 en donde se conmemora la publicación del "Segundo sexo" y se valora la figura de Simone de Beauvoir.