Desbautizar el mundo,
sacrificar el nombre de las cosas
para ganar su presencia.
El mundo es un llamado desnudo,
una voz y no un nombre,
una voz con su propio eco a cuestas.
Y la palabra del hombre es una parte de esa voz,
no una señal con el dedo,
ni un rótulo de archivo,
ni un perfil de diccionario,
ni una cédula de identidad sonora,
ni un banderín indicativo
de la topografía del abismo.
El oficio de la palabra,
más allá de la pequeña miseria
y la pequeña ternura de designar esto o aquello,
es un acto de amor: crear presencia.
El oficio de la palabra
es la posibilidad de que el mundo diga al mundo,
la posibilidad de que el mundo diga al hombre.
La palabra: ese cuerpo hacia todo.
La palabra: esos ojos abiertos.
R. Juarroz
Nos cruzamos virtualmente por primera vez allá por el 2012 en Twitter.
Ella me hizo un comentario sobre uno de los primeros posts del blog, el de la eco 4D, creo que el único con alguna temática vinculada a mi experiencia en relación a la maternidad.