domingo, 14 de abril de 2013

Veo Veo III: Dos libros, una anécdota (cont.)


"El psicoanálisis no me gusta. Es el lado oscuro de la ciencia-ficción."
Jorge Luis Borges ( citado por Adolfo Bioy Casares en " De Jardines Ajenos")

Bueno, ahí están los libros de aquel post inconcluso:





La pequeña anécdota la cuenta el dramaturgo y director teatral Javier Daulte: en la época en que estudiaba Psicología en la UBA,  Borges estuvo invitado a la apertura de la cátedra de Filosofía:


 Parece que Borges habló un montón de Filosofía, y luego se abrió el espacio para las preguntas. Entonces alguien levantó la mano:
 “Señor Borges –dijo–, usted habló todo el tiempo de Filosofía, pero esta es la Facultad de Psicología;¿qué piensa usted de Freud?”. Borges se tomó un momento para pensar y luego dijo: “Creo que Freud era un viejito con mucha imaginación”. 

Simpático.
No voy a ser original. La relación de Borges con el Psicoanálisis ha sido rastreada e investigada numerosas veces.

Sólo voy a traerles algunas cuestiones que, al leer sobre esa relación, me parecieron interesantes.
Por ejemplo, me encuentro con otra anécdota publicada en Clarín en el año 1999, conmemorando el cumpleaños n° 100 del escritor:

Lo invitan a Borges a un gran congreso internacional de psicoanalistas y psiquiatras en los Estados Unidos, a fines de los años 60. Es el único escritor en el encuentro. Le preguntan: “Maestro, ¿cómo se siente al ser el único escritor entre tantos psicoanalistas?” Borges mira cómplice a María Kodama y se pone a reír: “En realidad estoy entre mis pares, ¿no es acaso el psicoanálisis una rama de la literatura fantástica?

La primer anécdota tal vez resulta simpática, la segunda ya no tanto (para los analistas, claro) y se acerca más a los rumores que mencionan otras descalificaciones, como llamar a Freud "viejo chismoso", definir al aparato psíquico freudiano como "la triste mitología de nuestro tiempo", o asegurar que el psicoanálisis era "la rama obscena de la ciencia-ficción". 
"Aversión intelectual por el Psicoanálisis", sentencian algunos.

Fuente imagen

Afortunadamente, y a pesar de esta aversión, hubo entre Borges y el Psicoanálisis (o entre Borges y los psicoanalistas) algunos interesantísimos entrecruzamientos.

Por ejemplo, ningún prejuicio impidió que el escritor accediera a la invitación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires para dar tres conferencias entre 1980 y 1982 ("Los sueños y la poesía", "El poeta y la escritura" y otra sobre el pensamiento de Spinoza). Un pequeño fragmento de la primera, acá.

Y tampoco nada impidió que los psicoanalistas, desde varios frentes, indagaran, analizaran e investigaran la relación de Borges con los textos freudianos.
Carlos García, en este artículo, encuentra un insospechado nexo entre las obras de los dos autores:
En Evaristo Carriego (1930; Obras completas, 1974, 146) y ya antes en «El truco» (La Prensa, 1-I-1928, reproducido en El idioma de los argentinos, 1928; 1994, p. 29), Borges trae el siguiente chiste, tras certificar que la «cachaza» del truco «es de picardía» y que el espíritu del juego es similar al de los baratijeros Mosche y Daniel que en mitad de la gran llanura de Rusia se saludaron:

—¿Adónde vas, Daniel? —dijo el uno.
—A Sebastopol —dijo el otro.
—¡Mientes, Daniel. Me respondes que vas a Sebastopol para que yo piense que vas a Nijni-Novgórod, pero lo cierto es que vas realmente a Sebastopol. ¡Mientes, Daniel!

Ahora bien: Sigmund Freud trae este chiste en un libro de 1905, El chiste y su relación con el inconsciente,  el cual, debido a las implicaciones filosóficas del mentir con la verdad, ubica entre los «chistes escépticos»:

Dos judíos se encuentran en un vagón de ferrocarril en una estación de Galitzia:

- «¿Adónde viajas?» pregunta uno. 
- «A Cracovia», es la respuesta.
- «Mira que eres mentiroso —se enfada el otro—. Dices que vas a Cracovia, para que yo crea que viajas a Lemberg. Pero ahora sé que viajas realmente a Cracovia. Así pues, ¿por qué mientes?».

García sostiene que teóricamente, Borges puede haber abrevado en otras fuentes, según sugiere la introducción de los nombres propios y de la profesión de las figuras, así como el cambio de localidad; pero aunque así fuese,  considera que es mostrable que Borges conoció ese libro de Freud, al cual aludirá en 1937 (El Hogar 19-XI-1937; Textos Cautivos, 1986, pp. 188-189). Asegura, además, que lo conocía desde mucho antes, ya que pertenece al corpus de libros comentados por su maestro y amigo Macedonio Fernández en sus estudios sobre la Humorística, y que ambos deben de haber discutido desde temprano.


En el libro "Borges con Lacan, un pase discursivo", Bejla de Goldman se pregunta maravillada, al introducirse en la escritura borgeana, de dónde nace el "saber hacer" de Borges, esa captación de lo real sin haber atravesado un análisis.

Comparto ese interrogante.

No alcanzó la enorme aversión intelectual -que Borges manifestó siempre que pudo-  para alejarlo  del psicoanálisis. Sus opiniones y declaraciones, claramente lo distanciaban , pero paradójicamente, su magistral obra, no hizo otra cosa que acercarlo todo el tiempo, en ese "trenzado del silencio", en ese saber hacer con él, con el que se consituye en poeta, en maestro de lo real.

Termino con un fragmento del libro de Goldman, que seleccioné tomando una parte del comienzo, y la parte final :

"No hay definiciones para lo que hace al acto de escribir. Se escribe, se amasa la letra una y otra vez hasta que parece como recién hecha, como si fuera pan fresco, pero en verdad, es pan viejo, muy viejo, concebido allá lejos. Se escribe con el síntoma todo el tiempo, escribiendo lo mismo pero en cada vuelta de diferentes maneras, un único escrito que atraviesa la vida. La escritura entonces, es la morada en donde se devela la letra y el escritor lo único que hace es dejarse habitar por ella. Cada autor es dictado por el escritor que lleva dentro y ni él mismo sabe qué hizo para dejar a la mano correr. La mano corre y él va detrás de ella, y hasta que no llegue al punto final, no sabrá cuál es el instante de concluir.(...)
Agradecemos el saber de Borges. Ese no sabido que sabe y donde un sujeto no se resiste a reconocerse en él. Y desde alli parte un delicado tejido, telar exquisito ante el cual los analistas nos dejamos sorprender. (...)
Agradecemos a Borges haber sido Borges y el haberse dejado habitar por la letra que encontró en él a tan desarrapado poeta, ese que el espíritu de Rimbaud define así: 'El Poeta se hace vidente mediante un largo, inmenso, y sistemático desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; busca en sí mismo, agota en sí mismo todos los venenos para guardar de ellos sólo las quintas esencias'.
¿Hallaremos alguna vez a Un analista así?"

Yapa:





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