viernes, 14 de diciembre de 2012

Otras Letras II

"Cuando nació su primer hijo, Antonio sintió alivio al nombrarlo Rómulo. Como si a través de ese nuevo nombre se pudiera salvar de la repetición.

 -¿Rómulo, por qué no te gusta jugar con la Nona Ana?
 -(…)
-¿Pero si a veces jugás con la tía Elena y con tu otra abuela?
 -Ellas son distintas.
 -La Nona te dio un regalo muy lindo.
-Sí.
 -¿Le diste las gracias?
-No.

-Deberías decirle algo.
 -Me quiere igual..
 -Vamos… andá.
-No necesita que le diga nada. Ya me dio el regalo.
-Entonces se le dice gracias.
-No.
-¿Qué pasa Rómulo? Si a vos te gusta dar las gracias…
 -Sí… pero…
-Te escucho.
-Es que a veces la Nona tiene un olor raro.

 Rómulo me dejó pensando en la relación con mi madre. Era la primera vez que notaba eso que me hostigó desde niño. La sonrisa aplacada, su mirada inmutable. Yo había sentido su aversión, y no le había dado importancia. El olor no era otra cosa que la distancia que se desprendía de su piel. ¿Qué no se jugaba entre ella y mi hijo? ¿Lo mismo que se interponía entre mi madre y yo? La veía lejana, con ese afán de estar presente a través de pequeños ofrecimientos. Rómulo no quiso darle las gracias. Algo captaba de mi madre que lo llevaba a comportarse de manera diferente que con los demás. Me resultaba familiar esa apatía, cierta frialdad con la que cubría todos sus regalos. Es extraño: uno recibe de ella y sin embargo no siente que tiene que darle nada. No parece hacerle falta, no manifiesta reclamo alguno. ¿De allí la escasez de sus sentimientos? Empezando por mi propio padre. Ella lo cuidaba, pero escatimaba el cariño. Preparaba la comida, lavaba toda la ropa, tendía las camas, iba a hacer las compras, pagaba las cuentas. Era hacendosa sin demostrar deseo alguno. Jamás la vi arreglarse, ponerse una ropa que resaltara sus formas femeninas. Tampoco le importaba si no podíamos irnos de vacaciones. Le daba igual.
 ¡Qué grandes son los ojos de los niños! “Me quiere igual”, había dicho Rómulo.
¿Cómo puede haber deseo donde no existe la diferencia?"

Silvia Hopenhayn/ Jorge Menéndez 
La espina infinitesimal
 2006

4 comentarios:

  1. Vale muy linda tu cita, me dejó pensando!!

    Saludos

    Sil

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  2. interesante, qué triste esa incapacidad de reclamo y de deseo.....
    abrazo

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  3. Que lindo Val! No conocía este blog!
    Creo que a varios nos dejaste pensando.
    Ya te incluyo en la lista de mis blogs favoritos :D

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